12/2/10

CURRO PROTAGONISTA CON GALLETAS DE JENGIBRE


El protagonista de la semana es una propuesta docente que se lleva a cabo con los niños desde los tres años. Cada semana, un alumno del grupo clase se convierte en el personaje principal. Esta actividad se realizará a lo largo de todo el curso y de esta forma puedan participar todos los integrantes de la clase. La semana pasada, mi hijo Curro fue el protagonista de su clase de infantil de 5 años, y si para cualquier niño esta actividad es importante, para mi pequeño Curro, que es el mediano de tres hermanos y que fue destronando hace poco más de un año por una linda muñequita, pues me atrevo a decir que aún más.
La maestra selecciona el momento más adecuado para que cada niño sea protagonista, en función de sus necesidades y posibilidades didácticas de la familia, profesiones de los padres, recursos que pueden aportar a la clase, etc. Por nuestro horario, era más factible que fuera yo la que acudiera a la clase de Curro para realizar una actividad con el grupo, y… no nos vamos a engañar, porque a mí me hacía mucha más ilusión que a su padre. En mi caso, opté por contar a los niños un cuento que abordara el tema de la integración social, o inclusión, que es como hay que llamarlo ahora. Por si alguien no lo sabe aún, decir que me dedico a la educación especial. Así que busqué en la red un cuento que fuera apropiado para la edad de la clase de Curro y encontré uno que me gustó especialmente, os lo pongo aquí para que juzguéis vosotros mismos.
Y como no pude resistirme, también compartimos en el aula unas galletas de jengibre de forma relacionada con la temática del cuento.


Ojitos de corazón.

Escritores argentinos. Autores de literatura infantil. Página de cuentos.
Ojitos de Corazón era un duendecito al que llamaban así, justamente porque sus ojitos tenían forma de corazón, pero como el nombre es un poco largo lo llamaremos simplemente Ojitos.
Nuestro duendecito tenía un hermano gemelo quien, para todos los duendes, era igualito a él. Ojitos sabía mucho acerca de igualdades y diferencias. El sabía que por más que todo el mundo lo confundiera con su hermanito, él tenía la nariz un poquitín más respingada y el dedo gordo de su mano derecha era más gordo que el la manito de su hermano. Estaba demostrado que no había dos personas iguales y dos duendes tampoco.
Sin embargo, Ojitos no se fijaba en las diferencias que había entre los duendes. No es que no se diera cuenta que todos somos diferentes en alguna forma, pero sus ojos veían a todos iguales. Parece raro, pero no lo es. El veía más con el corazón que con la vista, y mirando así, es fácil darse cuenta que todos somos iguales en nuestro interior.
En la aldea de los duendes no todos tenían las mismas capacidades, algunos cantaban mal, otros no eran buenos deportistas, algunos no veían, otros no escuchaban o caminaban con dificultad, etc.Ojitos pensaba que todos debían tener las mismas posibilidades de hacer cosas en la vida, pero en su aldea, como en tantas otras partes, no todos lo entendían así.Había escuelas donde los duendecitos a los que les costaba más estudiar, no podían asistir, muchos duendes adultos no conseguían trabajo porque no podían escuchar o hablar y todas estas cosas apenaban el corazón de Ojitos.
Un día, una gran tormenta se desató en la aldea. Llovió como nunca antes, el viento arrasó con lo que tuvo a su alcance y el granizo completó el triste trabajo de destruir el pueblo casi por completo.
Una vez que la tormenta pasó, se reunieron todos los duendes para ver cómo comenzaban a reconstruir su pequeño mundo.
Alguien tenía que dirigir las obras de reconstrucción, pero nadie quería hacerse cargo de semejante tarea. Ni siquiera la autoridad máxima de la aldea, Gruñón, un duende que por todo se enojaba.Ojitos se ofreció a hacerse cargo de las obras. Pensó que ésta sería una oportunidad de hacer algo mucho más grande que la reconstrucción de un pueblo.– ¿Y Ud. jovencito cree que está capacitado para semejante tarea? Esto no es un juego de niños. Le dijo el Gruñón con tono muy serio.– Jamás pensé que lo fuera. Contestó Ojitos un poquitín asustado. Se que no es fácil, pero si todos colaboramos, seguramente se podrá.– Ud. sabe mejor que yo jovencito, que no todos en la aldea están capacitados para ayudar.– Se equivoca señor. Todos podemos hacer algo y se lo voy a demostrar.
Ojitos tenía un plan. Comenzó por organizar distintos grupos, cada cual con su tarea bien definida.A los duendes que les costaba escuchar o que no escuchaban nada, les encomendó el clavado de las maderas para construir las nuevas casas.
Quienes no podían hablar, se ocuparon del sembrado de todos los jardines.Aquellos que no podían ver fueron los encargados de cantar hermosas canciones para que los duendecitos que estaban muy asustados en los refugios pudieran dormir tranquilitos.A los que siempre estaban sentaditos en sillas de ruedas, les pidió que cosieran cortinas, sábanas, manteles y toda la ropa que se había volado con el viento.Todos ayudaron, y cuando digo todos, es porque realmente eran todos.Ojitos se había propuesto algo más importante aún que sacar a su aldea de las ruinas y era que los demás duendes se diesen cuenta que todos podían hacer algo. Que todos -pero todos- tenían el mismo derecho, no sólo de estudiar o trabajar, sino de hacer algo por los demás, de sentirse como lo que eran: un duende más del pueblito. Y realmente lo logró.
En menos tiempo del que tenían pensado la aldea estuvo reconstruida. Cuando el trabajo estuvo terminado, Grunón se acercó a Ojitos y le dijo: – ¡Me ha sorprendido jovencito! Jamás pensé que lo lograra y menos habiendo pedido ayuda a duendes que no pueden hacer algunas cosas.– Todos podemos hacer algunas cosas y otra no. Lo importante es pensar en lo que sí se puede y no en aquello que no nos es posible ¿no le parece? Yo puedo morderme mi codito si quiero ¿y Ud.?Gruñón empezó a enojarse. Al principio no entendió mucho que tenía que ver el codo con todo esto. Demás está decir que no se lo podía morder, pero eso es otra historia. Luego entendió lo que ojitos había querido decir.
La aldea nunca volvió a ser la misma. No se veía igual, se veía mejor. Había algo muy diferente en ella. Seguramente no era el color de la pintura, las maderas recién lustradas o las nuevas floren que sembraron, sin duda era que en el corazón de todos los que la formaban algo había cambiado para siempre.Sus habitantes habían entendido que todos podemos hacer cosas y que nadie puede negarnos el derecho de hacerlo.
Empezó a haber escuelas para todos, maestros que se dedican más a los duendecitos que tardaban más en aprender y todos sin excepción tenían trabajo y posibilidades de crecer.Todos habían aprendido a ver el interior de cada persona, a fijarse no en las diferencias, sino en las igualdades.
A partir de ese entonces, cada vez eran más los duendes cuyos ojitos tenían forma de corazón. Esos ojitos que tenían la misma forma con la que ellos miraban a los demás.
Fin


Terminado el cuento y el debate correspondiente, repartimos unas galletitas de jengibre con forma de corazón, como los ojos de Ojitos, que resultaron, según los catadores, algo duras, jajaja. Dicen que los niños siempre dicen la verdad, así que habrá que dejarlas menos tiempo en el horno la próxima vez. ¿Queréis la receta?

Ingredientes:
150g de harina
100g de mantequilla en pomada
100g de azúcar
1 huevo
1 cucharada de miel
1 cucharilla de jengibre en polvo
1/3 cucharilla de canela en polvo
1/4 de cucharilla de clavo en polvo
Azúcar moreno para decorar

Elaboración:
Antes de empezar con las galletas ponemos en horno en marcha para precalentarlo a 175º.
Hay que batir la mantequilla con el azúcar hasta que quede esponjoso. Después añadimos el huevo y la miel y seguimos batiendo.
Aparte, hay que tamizar la harina el jengibre, la canela y el clavo sobre la anterior mezcla y lo mezclamos hasta que quede una pasta homogénea. Extender con el rodillo, si fuera necesario añadir más harina. Cortar con la forma deseada y espolvorear azúcar moreno por encima.
Las horneamos durante unos 10 minutos, hasta que tengan un ligero tono dorado. Dejar enfriar.



Me ha encantado esta entrada, espero que a vosotros también. Un beso



6 comentarios:

Glenda dijo...

hay q ver q guapo esta curro, me lo comeria hasta con ojitos de corazon.

Mónica dijo...

llevabas razón la otra vez que pusiste la receta. Son realmente ricas. a mi me recuerdan mucho al sabor de las de jengible de ikea.
Curro está guapísimo.

Australia dijo...

Me ha emocionado muchísimo esta entrada.
Curro superguapo. Un besote gigante.

Anónimo dijo...

Habras disfrutado mucho con el cuento y con las galletas. Me lo imagino como si lo hubiera visto.

Besosss

Puche

kairós dijo...

Sí que he disfrutado, con mis troglos es fácil disfrutar, porque son estupendos, hasta cuando hay que llevarlos a urgencias XDDDDDDDDDDD
Gracias chicas

Anónimo dijo...

Hija, que completita eres! un cuento bonito, unas galletas que tienen una pinta de escándalo y que yo no me atrevo a hacer, y un segundón maravilloso , que como todos los que somos los denmedio, tenemos una simpatía especial que nos acompañará toda la vida, jajaaja.
cuídate niña
valle

 

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